En momentos donde las empresas están pensando en cómo poder mejorar sus indicadores de negocio, generar rentabilidad y ser productivos en este contexto donde el COVID 19 concentra nuestras energías, parece ser el mejor momento para poner en marcha un programa de reconocimiento.
Está demostrado. Por la multitud de artículos, tertulias y conversaciones de café al respecto de las últimas semanas, especialmente entre colegas, gerentes, amigos y por la tipología de reacciones y comentarios que se producen cuando en un entorno laboral, se plantea la decisión: reconocimiento sí, reconocimiento no.
Dicho así, moviéndonos entre el blanco y negro, está claro que presuponemos una aplastante victoria del SÍ ante la pregunta. Todos tenemos claro que el reconocimiento es algo positivo. Nos gusta y nos hace sentir bien, más en en este contexto donde los colaboradores quieren sentirse acompañados y que su fidelidad es tan importante como la rentabilidad del negocio.
Los matices, las diversas reacciones y planteamientos se producen cuando hablamos de formalizarlo como parte de los programas destinados a los empleados de una compañía, contemplándolo e impulsándolo como parte de la cultura de la organización.
¿Y esto para qué? Ha sido la primera reacción de más de uno de nosotros. ¿Para qué sirve? ¿Qué aporta?
Lo cierto es que hay unos cuantos motivos para implantar una cultura de reconocimiento. Ofrecer una Experiencia de Empleado en la que la identificación de la aportación de valor tiene cabida, en la que el colaborador siente que lo que hace resulta valioso y que así se le reconoce tiene una conexión directa con el nivel de compromiso con la organización y por tanto con el rendimiento individual y el resultado, en general.
La duda en ocasiones viene después. Pero, ¿la gente participa en estos tiempos del coronavirus donde todo parece difícil? Lo harán en tanto en cuanto tenga oportunidades y motivaciones para ello.
Visita este articulo: ¿Cómo motivar a tus colaboradores?
Sistemas de reconocimiento y criterios hay muchos. Toda una generación guarda en su álbum familiar la foto de su padre en el momento de recibir el consabido reloj por sus 1.525 años de antigüedad; muestra del agradecimiento de la compañía por los “años de servicio”.
Hoy, aun persistiendo este sistema en alguna que otra empresa en la modalidad de pin, lo cierto es que hemos evolucionado a un modelo de reconocimiento en el que todos los empleados tienen la opción de decir, de actuar: plataformas que permiten nominar por valores, actitudes, competencias, comportamientos y donde el reconocimiento además de ser público, como el de antaño, perdura; en forma de emblemas, estrellas conseguidas y lugar destacado en un ranking, convirtiéndose con ello en una herramienta además de motivación.
Y es entonces cuando podemos conectar con ellos: removamos la fibra de los colaboradores con un detalle que refuerce lazos emocionales y que los motive a seguir en sus labores con actitud y energía, seguramente podrás impactar en tus indicadores de negocio.
Compañerismo, generosidad y buenas intenciones es lo que interpreto; sin embargo, cuando escucho aludir a algo así. ¿No es genial que la gente se organice para premiar a otro, para inyectarle una dosis de energía y reconocer su contribución, su esfuerzo, su impulso por hacer que las cosas sucedan? Y es que, sin llegar a ser lo del deporte rey, estar en esto de la liga del reconocimiento, mueve a las personas y mucho.