Se dio cuenta que se le había ido de las manos en el mismo momento en el que le pasaron la tarifa del presentador del evento. Nunca había podido imaginar que un influencer, por muchos followers que pueda tener, pudiera cobrar tanto por estar delante de un micrófono 4 horas.
El escalofrío le recorrió lentamente la espalda y el vestigio de la voz de su jefe acabó elevándose hasta convertirse en un grito que retumbó en su cabeza: “¡Ajústate al presupuesto!”.
A lo mejor se le habían ido de las manos algunas ideas, algunas de ellas con un costo más elevado de lo habitual; aunque, pensándolo bien, quería hacer el evento tal y como tenía en mente, un evento pensado para ellos, los asistentes. Así que ahí sentado, con una larga factura ondeaba en su mano al ritmo que le marcaba el ventilador, una oleada de valor le hizo tomar la decisión que le haría convertirse en una leyenda dentro de su empresa: esta vez sí.
La importancia de un evento
Hubo un tiempo en el que las empresas no pensaban que un evento pudiera ser algo más que una simple fiesta de empresa. Pero las compañías han comprendido que un evento llamativo y bien organizado puede ayudar a dar visibilidad y mejorar la reputación de una marca.
Pero organizar un evento de este tipo no es sencillo, requiere una gran planificación y una cantidad de tareas que se escapan más allá de lo que puedes imaginar. Pero entre tanta complejidad, hay un elemento que destaca sobre todos los demás y sobre el que tienes que centrar el foco: las personas.
Así que ya sabes, si estás organizando un evento y las personas encargadas dicen frases como “iremos improvisando” o “ya veremos qué pasa”, te recomendamos que rompas el compromiso e inviertas el presupuesto en unas cuantas plantas de interior.
Un evento gira alrededor de las personas
Esta es una verdad a gritos y para conseguir conectar con ellos y ofrecerles la mejor de las experiencias nada puede dejarse a la improvisación. La finalidad de todo buen evento tiene que ser conectar con el público y ofrecerles lo mejor.
Pero te preguntarás, ¿y eso cómo se hace? Pues la respuesta suele ser mucho más sencilla de lo que puedas imaginarte y se podría resumir incluso en un pilar maestro que no puede faltar en ningún evento: tener siempre presente en la experiencia del invitado y de su rol en el evento.
El evento se convierte en una experiencia
Todos tenemos ese lado vanidoso que nos hace disfrutar un poco más cuando nos sentimos protagonistas. Cuando hablamos de un evento, la participación del público es fundamental para conectar con ellos, conseguir que se sientan importantes y que alcancen esa conexión soñada con la marca.
Ese factor experiencial se ha convertido en el factor diferencial, sobre todo en los eventos en vivo. Según nos muestra un reciente estudio de EventTrack, durante un evento en vivo un 83 % de los asistentes compartirá sus fotografías, videos o comentarios por las redes.
Esto hace que cuidar la experiencia que viva tu público se convierta en un elemento fundamental, ya que la red de redes hace que un evento hacia tus colaboradores pueda convertirse en una campaña publicitaria viral que dé la vuelta al mundo. ¿Suena bien verdad?
Olvida la improvisación
Por todos estos factores, las fiestas o eventos de tu empresa se han convertido en una auténtica arma diferencial que hay que tener muy en cuenta. El éxito o no de tu evento, puede determinar que tu marca salga relanzada o que caiga en el más oscuro pozo del olvido empresarial.
La mejor manera de actuar es, por tanto, no dejar nada al azar y permitir que unos auténticos profesionales con varios años de experiencia, te permitan ofrecer ese factor experiencial que te posicione en la cima de tu sector.